Tótem
El tótem El canto desesperado de los canarios al amanecer, eso escuchó, como si fueran los mismísimos demonios los que bajaban hasta el lugar de los sueños en forma de pajarito. Reduciendo el fuego de las llamas infernales a meros chisguetes de voz, una voz chillona y carraspeada. A desayunar, a desayunar. Le gritaba su hermano pequeño dejando que la última vocal entrara agudamente por sus orejas encobijadas. Aquel sonido lo había arrasado desde el laberinto profundo de las alucinaciones nocturnas, hasta un presente que se le antojaba borroso, nublado y estridente. « Hay chamaco, ya despertaste a tu hermano, te dije que lo dejaras dormir otro poquito. Su madre tomó por brazos a su hijo más pequeño y cerró la puerta. Axel pegó un brinco movido por la inercia matutina, pero sobre todo empujado por su panza que adivinaba el olor de pan tostado y chocolate caliente. Mientras frotaba sus ojos, esos ojos que lo único que querían era untar con la mirada las lonchas de pan fresco. Sin costras, sin bordes, y con un chocolate sin batir que aún tuviera los grumos salientes sobre la leche recién vertida, como islas perdidas llenas de tesoros. Su presencia en …